La industria textil en Sierra de Béjar
El elemento que determina social, económica e incluso urbanísticamente a la ciudad de Béjar sigue siendo la industria textil. Remontarse en la Historia para explorar sus orígenes suele ser tarea vana pues la rueca de las hilanderas, los telares artesanales y las cardadoras parecen pertenecer al paisaje bejarano desde siempre. Unos hablan del siglo XIII, otros llegan más lejos, hasta el siglo XII, mientras la propia Béjar se está casi fundando. Lo cierto es que durante la Edad Media y los siglos posteriores, en Béjar prospera una manufactura de telas y paños que tiene como protagonista a un inmueble: el obrador.
Una fecha determinante para la prosperidad de esta actividad es 1691. Ese año la duquesa de Béjar manda traer a la villa a un grupo de maestros textiles de Flandes para enseñar a los naturales las artes de la pañería fina. Esta llegada es determinante en el devenir de esta industria y sería el primer amago hacia la modernidad adelantada que Béjar siempre presumió de albergar.
Todos los avances del siglo XIX van llegando poco a poco, incluido el ferrocarril, factor definitivo para su expansión industrial y comercial. El río se convierte en la vena de la que Béjar se nutre creciendo a sus orillas innumerables fábricas. Las aguas del Cuerpo de Hombre se detienen en pesqueras de piedra y son usadas para el lavado de la lana, la disolución de los tintes, e incluso para el movimiento de las máquinas: los batanes o los propios telares. Muy pronto del agua nacerá la electricidad que de vida a fábricas enteras.
En Béjar se puede trazar un paralelismo físico entre lo laborioso y lo ocioso: de la Calle Mayor urbana al río Cuerpo de Hombre fluvial; de sus plazas y plazuelas donde se detiene el paseo, a las pesqueras en donde se remansa el agua; de sus caserones burgueses a las fábricas; de las torres y espadañas de las iglesias, a las altas chimeneas fabriles, unas y otras coronadas hoy por airosos nidos de cigüeña. Así, de este modo, río y calle caminan con un mismo sentido longitudinal siguiendo el rumbo del sol.
De los años de prosperidad menos lejanos, los de la época de la postguerra, queda un regusto social por el colectivismo, el buen vestir, y un cierto aire de distinción de sus habitantes que poco a poco va envolviéndose en decadencia. Hoy, a pesar de la crisis casi endémica que aqueja a este sector industrial, de Béjar sigue saliendo un paño de alta calidad que supone el 10% de lo que se confecciona en España. Después de tantos siglos, de tantos avatares acaecidos, de tantas crisis solventadas y de tanta agua pasada junto a las fábricas la industria textil bejarana perdura ligada a la idiosincrasia de la ciudad, fuertemente, como la trama de un buen paño.